lunes, 17 de marzo de 2014

Para todos los públicos


Leí hace unos meses que habría nueva película de Disney para el año 2014. Pensé en dibujos o, en su defecto, en niños. El título tampoco me decía mucho, así que me dispuse a ver el tráiler sin mucho entusiasmo. El resultado fue el que menos cabía imaginar. Descubrí “Al encuentro de Mr. Banks”; y sí, me entusiasmé. La idea de contar la historia de Mary Poppins me pareció una genialidad. 

¿Qué niño no soñó con que la maravillosa institutriz fuese la suya propia? 

Pasaron los meses y yo seguía pensando en mi querida Mary. Pero para mi desgracia, por unos motivos u otros, no la he disfrutado hasta hace un par de días.

Sinopsis:
Durante catorce años, Walt Disney (Tom Hanks) intentó sin descanso que la escritora australiana P.L. Travers (Emma Thompson) le cediera los derechos cinematográficos de su primera y más popular novela, 'Mary Poppins', que finalmente fue llevada a la gran pantalla por Julie Andrews en 1964 .

 
“Viento del este y niebla gris, anuncia que viene lo que ha de venir. No me imagino lo que va a suceder, mas lo que pase ahora ya pasó otra vez”. Qué acierto tan grande es empezar una película con una simple frase y una melodía perfectamente equilibradas.

Me ha transportado a esa época en la que Hollywood era considerada una “fábrica de sueños” y me ha hecho comprender que muchas veces juzgo las películas únicamente por su cara externa. Parece que hoy en día todas las películas tratan de lo mismo. Que si chica conoce a chico, que si te cuento una historia en la que todo empieza fatal y en menos de dos horas de repente todo es maravilloso, y así podría seguir todo el bendito día. Pero de pronto me encuentro películas como esta, en la que a alguien (por fin) se le ocurre hablar sobre la trastienda del cine. Y me tengo que callar. No hay mejor forma de callarme que rebatiéndome con algo como esto. 
 
Se divide en dos partes. Una, en la que el casi naufragio del estreno de “Mary Poppins” es palpable. Y otra, mucho más tierna y dura, sobre una niña a la que no le queda más remedio que crecer por diversos acontecimientos que tienen lugar en su vida. 



Vale, no es una película magnífica. Lo reconozco. Pero es sencilla, sin florituras. Cuenta una historia con mucho encanto, y eso es lo que a mi me gusta. Ya basta de melodramas y complicaciones. Muchos deberían tomar ejemplo del director Hancock. Ya lo hizo con “The blind side”, y lo que consiguió fue mostrar a una Sandra Bullock como no ha habido otra. Ni Gravity ni leches. Sutileza y brillantez, ¿es que acaso pido tanto? Puede que sí, puede que no. Yo seguiré soñando con la idea de que algún día la industria cinematográfica deje de centrarse en lo comercial.

Disney se caracteriza por sus películas para todos los públicos. Pues bien,  no creo que este sea el caso. A mi parecer el 'para todos los públicos' se pasa bastante de largo. Pero que cada uno saque su propia conclusión.

Eso sí, está inspirada en hechos reales. Me encantan los hechos reales. Siento debilidad por este tipo de películas. 
 
En cuanto a los actores, me he encontrado a una Emma Thompson incisiva, hilarante, locuaz y, a veces, incluso tierna. Ella misma, sin decir nada, relata el amor que se puede llegar a profesar por un padre, el sentimiento de culpabilidad, el agradecimiento y la redención.

Me encantan esas películas donde vemos una evolución en el personaje, y con la Sta. Travers el resultado es enternecedor.

Colin Farrel, padre de la pequeña niña, tampoco me ha dejado indiferente. 

Hanks, alias Walt Disney, es correcto. Bastante decepcionante. Supongo que será porque siempre espero mucho del que, para mí, es uno de los mejores actores de nuestro tiempo. Ese que hizo que Forrest Gump se convirtiera en mi película favorita, que llorara tan frívolamente por primera vez, y que riera como si fuera el último día de mi vida. Pero también tengo que decir que al final, su personaje deja la extravagancia que muchos dicen que caracterizó a Disney. Transforma toda esa fachada en una humanidad increíble, que tanto caracteriza a Tom Hanks. 

¡Ah! Se me olvidaba. La BSO, ¡chapó! Bendito Thomas Newman. 


En resúmen, si tengo que ser objetiva la tacharé de largometraje correctamente comercial. Pero no lo soy. Así que la tacho de tierna, amena y encantadora. Con una aparición bastante estelar de Thompson y una banda sonora que quita el hipo. Muy recomendable para una tarde de manta y sofá.



Hasta pronto, 
B.

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