domingo, 20 de abril de 2014

Las dos caras de la moneda

 "El amor es sufrido y considerado, nunca es celoso. El amor nunca es jactancioso o engreído, nunca es grosero o egoísta, nunca se ofende ni es resentido. El amor no haya placer en los pecados de los demás y se deleita en la verdad. Siempre está dispuesto a excusar, confiar, esperar y soportar todo lo que venga."
 -Un paseo para recordar-

El amor se presenta en nuestras vidas de maneras muy diversas, y llega a sacar lo peor y lo mejor de nosotros. Por amor, ¿qué estarías dispuesto a hacer? Personalmente, he visto de todo: engaños, mentiras, sacrificio, generosidad, egoísmo, ... Da miedo, nos hace débiles, marchitos, vigorosos, da la vida y la peor forma de sufrimiento. Todo al mismo tiempo. Pero al igual que el dolor, el amor deja ver nuestra esencia, nuestra más escondida debilidad. Y eso puede ser bueno o malo, pero así es como es y como debe ser la condición humana. De otro modo, ¿valoraríamos la felicidad?


Philomena 
Martin Sixsmith es un cínico y descreído periodista caído en desgracia que, un buen día, se encuentra con la historia de su vida: Philomena Lee, una humilde pero siempre bienintencionada mujer de setentaytantos años que se ha pasado los últimos cincuenta buscando a su hijo. La historia de Philomena es una que ha tratado de ser silenciada durante medio siglo y habla de cómo la estricta sociedad de la época le robó a su recién nacido y la condenó a ingresar en un convento como castigo por quedarse embarazada tan joven. Ahora el periodista y la anciana pero valerosa mujer decidirán unir sus fuerzas y se embarcarán en un viaje inolvidable entre dos continentes en busca de la verdad y de la justicia, y que les cambiará a ambos para siempre.


Yo me pregunto: ¿se puede querer a alguien a quién realmente no has llegado a conocer? Me vienen a la mente todas esas personas que mantienen relaciones vía internet, y todos esos matrimonios y diversos periplos románticos en los que realmente no se llega a conocer al otro. Se dice que hace falta toda una vida para conocer a los demás, pero en algunas ocasiones todo ese tiempo es innecesario. Solo hace falta saber una cosa: querer incondicionalmente. Y no hay otro amor más puro que el de una madre, se dice. Yo no sé lo que es eso, pero gracias a una excelente interpretación -de nuevo- de una Judi Dench que recuerda a aquella que interpretó a la reina Isabel, podemos sentirlo. Se palpa el sufrimiento que alberga a lo largo de esta adaptación al libro 'The lost child of Philomena Lee'. 
  
Aún no me puedo creer que no hace tanto tiempo, tan solo unas décadas, ocurriesen semejantes barbaridades como la que le aconteció a esta mujer. Privar a una madre de la compañía de su hijo, nada más y nada menos que por parte de unas monjas, que más que ser crueles, recuerdan a la peor combinación posible entre Maléfica y la madrasta de Blancanieves. Y menos aún concibo que se prive a una mujer de más de setenta años de saber qué fue lo que el destino le deparó a su hijo. 


Espero que la verdadera Philomena esté contenta con lo que se ha hecho con su triste historia, porque así debería ser. No se podría haber elegido a nadie mejor para interpretarla. Judi Dench encarna el papel de una mujer dura, con una gran fortaleza y en muchas ocasiones hilarante, pero por encima de todo eso, hace de Philomena una mujer entrañable, tierna, perseverante, capaz, respetuosa y con una capacidad de perdonar como no se ha visto otra igual.  

He de añadir que la fotografía, a su manera, me ha parecido espléndida. Nos enseña, una vez más, los parajes más reconditos de la campiña inglesa expuestos desde un punto de vista exquisito.

Vale la pena ver películas como esta, que nos enseñan que el mundo ha llegado a ser más cruel de lo que es ahora. Vale la pena conocer el sufrimiento aunque sea a través de una película cuyas únicas pretensiones son entretener y recaudar. Lo mejor de todo es que está basada en hechos reales, contada por un periodista que no creía en las historias de interés humano y que, sin embargo, no encontró otra opción que no fuera meterse de lleno en esta increíble historia.




Her 
En un futuro no muy lejano Theodore, un escritor solitario, adquiere un moderno sistema operativo diseñado para satisfacer todas las necesidades del usuario. Para sorpresa de Theodore este iniciará una relación sentimental con dicho sistema operativo. Esta historia poco convencional mezcla ciencia-ficción y romance, en un relato que explora la naturaleza del amor y las formas en que la tecnología al mismo tiempo nos aísla y nos conecta a todos.


¿Hay gente incapaz de amar o gente que no se deja querer? Yo no creo que pueda haber alguien en el mundo que no quiera a nadie. Soy una total y absoluta defensora de que el amor, como forma de amistad mueve al mundo. En cuanto a que hay gente que no se deja querer, es del todo cierto. Theodore, el protagonista de esta historia, es un claro ejemplo. Un hombre sólo, cuya mujer le abandona precisamente por no darse a conocer y ¿cómo se puede querer a alguien sin conocerlo? De nuevo me remito al amor incondicional, pero en el caso de esta historia se habla del amor pasional, del que eliges para compartir toda una vida. Los divorcios no siempre se basan en que dos ya no se quieran, sino en que dos ya no comparten la misma visión de pareja, de futuro, de vida.  

Joaquin Phoenix es uno de mis actores favoritos, y una vez más ha conseguido que recuerde el por qué. Interpreta el papel de un hombre amable, listo, con complejos, con una gran capacidad de amar y profundamente emocional. Lo más raro de todo es que sabe querer, pero no deja que le quieran. Reconozco que en esta ocasión se trata de un personaje cuya excentricidad es atípica, en una película aún más atípica si cabe. Es por eso que lo llaman cine de autor.


Cine de autor sin ningún tipo de duda. Pero, ¿qué es el cine de autor? Muchos hablamos de ello, pero la mayoría ni siquiera sabemos de lo que estamos hablando. El cine de autor es ese cine tan raro, que muchas veces no entendemos, ese que deja a algunos impresionados y a otros como si se hubieran comido un pan sin sal. Es ese tipo de arte en el que el autor da una visión bastante particular y peculiar de un guión generalmente propio. Véase la referencia de Hitchcock. Entiendo que es un tipo de cine que no gusta a todo el mundo y que no siempre deja un buen sabor de boca, pero de vez en cuando está bien salir de la monotonía, de las películas claras, para dar paso a otras que nos hacen reflexionar. Es por eso y por muchas otras cosas, por las que yo le doy siempre un voto de confianza al cine de autor. 


En resumen, dos metrajes muy parecidos y diferentes a la vez, que como yo pretendía nos muestran dos formas de amor tan dispares como sobrecogedoras. Se presentan como dos películas con todo y nada en común, como las dos caras de una misma moneda. Por un lado nos encontramos el amor incondicional, ese que no se elige; y por otro, el amor necesitado y desesperado, que en cierto modo no da lugar a elección. 

Hasta pronto, 

B.

No hay comentarios:

Publicar un comentario